PROBLEMAS DEL CONOCIMIENTO
- Revista Acontecimientos

- 9 dic
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Por: Luis Alberto Salas
INTRODUCCIÓN

En este escrito se habla acerca de los problemas que ha generado demasiado conocimiento, de cómo en su origen estaba al servicio de la vida y se invirtió, el conocimiento está acabando con la vida.
El problema fundamental es: ¿de qué nos sirve tanto conocimiento, tanta ciencia, y avance tecnológico si hay más pobreza y destrucción de la naturaleza? En lugar de tener una mejor vida gracias al desarrollo del conocimiento, nos estamos matando unos a otros para seguir explotando la naturaleza, para seguir manteniendo este sistema capitalista que sólo piensa en acumular riqueza. Y no sólo eso, otro problema es que ahora pareciera que sólo se quiere saber por saber, por decir que eres un erudito, pero no tiene una función teórica-práctica vital. El problema esencial es que el conocimiento ya no tiene la función de la conservación de la vida.
Es importante develar la función que tiene el conocimiento en la actualidad para saber que en lugar de crearnos beneficios nos está llevando a la destrucción. Una vez identificado el problema esencial, se podrá regresar a la función original del conocimiento, y es la conservación de la vida. Hay que ver cuál era el sentido del conocimiento en su origen y después observar cómo fue que se transformó y sus consecuencias que está generando. ¿De qué nos sirve tanto conocimiento si en la actualidad hay más pobreza que nunca? ¿para qué tanto avance tecnológico, proveniente de la ciencia, si el beneficio es sólo para unos pocos? ¿el conocimiento nos ha conducido a la destrucción de la madre tierra y con ello al ambiente que necesita el humano para vivir dignamente? Este escrito pretende manifestar que existen dos sentidos del conocimiento, uno es positivo, y el otro es negativo, sin embargo, éste último es el que predomina, el conocimiento se ha desvirtuado.
El conocimiento en su origen
El ser humano desde que es homo sapiens, hace unos 150 mil años, comenzó a aprender de manera distinta a otras especies, inició a producir conocimiento debido a la misma evolución biológica. El ser humano primeramente tuvo que evolucionar para desarrollar su cerebro y a su vez comenzar a producir el lenguaje. Al dejar la vida arbórea la columna vertebral se irguió, y con ello el cráneo y el cerebro crecieron lo que dio paso al desarrollo del lenguaje, a la comunicación. Y no podemos olvidar la modificación de las manos, sobre todo el dedo pulgar que permitió la producción de instrumentos bajo una técnica, instrumentos que facilitarían la vida humana, o quizás la harían más cómoda.
Desde que nacemos, no aprendemos a la primera a emitir el sonido de una palabra y mucho menos sabemos su significado, pero el cerebro ya funciona. El cerebro, órgano interno, grupo de neuronas interconectadas, es el que permite el conocimiento, nos permite distinguir la esencia del fenómeno. Las neuronas son las que hacen que tengamos un control de nuestro cuerpo, las que permiten que nombremos lo real. “Al percibirse un estímulo puede producirse, por ejemplo, la <<emoción>> de temor (a causa de la evaluación de algún momento <<peligroso>> posible por dicho estímulo), al que le puede surgir una acción por aptitud innata (…) o fruto de aprendizaje (…)” (Dussel, 1998, 97) De esa manera, Dussel indica que el cerebro, eje central del sistema nervioso entra en acción por el estímulo de lo real, una señal que es percibida por cualquiera de nuestros cinco sentidos y se dirige directamente al cerebro. Es la percepción de lo real por medio de cualquiera de nuestros cinco sentidos y se dirige a las neuronas que se encargan de crear mapas, en producir conceptos, categorías que reaccionan ante el pasado como memoria y/o ante el futuro como proyecto. Tocamos, escuchamos, olemos, saboreamos, vemos para poder vivir, es como dice Unamuno, el cerebro depende del estómago, primero tengo que satisfacer, cubrir las necesidades básicas y para ello es fundamental conocer. Pero el conocimiento se origina en la percepción de lo real captada por los sentidos, señal que llega directamente al cerebro. Perder un sentido incrementa los riesgos peligrosos que rodean a la vida humana. Así, se puede decir que los sentidos y el cerebro son los que se encargan de mantenernos con vida de manera consciente y autoconsciente. El cerebro se encarga de crear mapas, los cuales nos ayudan a situarnos, a manejar un determinado lenguaje (corporal, oral y/o escrito) en un determinado lugar y en un cierto tiempo. A partir de Unamuno se puede afirmar que tanto el cerebro como “[…] los sentidos mismos son aparatos de simplificación, que eliminan de la realidad objetiva todo aquello que no es necesario conocer para poder usar los objetos a fin de conservar la vida.” (Unamuno, 1985, 29-30).
El ser humano se vio en la necesidad de comunicar el conocimiento primeramente para conservar su vida, para mejorar su calidad de vida, para hacerla más segura frente a los posibles depredadores, para garantizar el alimento, la protección. Muy probablemente la vulnerabilidad del ser humano frente a otros animales y los climas extremos, lo obligó a producir y compartir el conocimiento, para el cuidado de los Otros, de lo contrario se hubiera extinto. Nos encontramos en el origen del conocimiento humano, en el porqué, para qué y cómo conocer. El por qué responde al problema que enfrentó la humanidad en sus inicios, problemas de solventar la comida, cubrirse del frío y/o calor, defenderse de los depredadores, etc.; el para qué es para preservar y extender la vida y el cómo, produciendo utensilios, y compartiendo el conocimiento para mejorar la técnica para el desarrollo de instrumentos (la tecnología). Siguiendo a Unamuno, la necesidad y el instinto dieron origen al conocimiento y no sólo eso, sino que fue avanzando junto conforme avanzaban las sociedades. Es por esa razón que el conocimiento en esta primera etapa de la humanidad tiene como punto de partida la necesidad de vivir y como objetivo esencial la conservación de la vida. “El conocimiento está al servicio de la necesidad de vivir, y primariamente al instinto de conservación personal. Y esta necesidad y este instinto han creado en el hombre los órganos del conocimiento, dándoles el alcance que tienen.” (Unamuno, 1985. p. 29)
Todo lo anterior manifiesta que la finalidad del conocimiento es conservar la vida humana. No se trata de saber por saber, sino que el saber tiene un sentido práctico y vital. Pero con el pasar del tiempo, el conocimiento se fue ampliando, cada vez más se mejoraba la técnica para la producción de herramientas con el objetivo de facilitar el trabajo. No sólo eso, sino que el humano le pudo dedicar más tiempo al estudio de otros horizontes, como el cosmos, el arte, las matemáticas, la producción de la lengua escrita, etc. Hay que tener en cuenta que las ciudades cada vez eran más extensas, con mayor población, lo que les obligaba a generar nuevas formas de organización y con ello de conocimiento en la política, economía, la estética, etc. La producción del conocimiento no se detuvo y no se detiene, conduce a que lo anterior sea superado, mejorado, y en consecuencia el primer conocimiento se queda ahí en el olvido, o en acumulación del conocimiento. Ese primer conocimiento ha dejado de tener un fin práctico y sólo es un relato histórico que también es un fin, aunque no es el mismo que en su origen. La producción del conocimiento siempre tiene un fin, puede ser práctico o simplemente teórico. Uno aprende para resolver, enfrentar un problema que se nos presenta en la inmediatez, así como a mediano y largo plazo. Y también aprendemos por aprender, por volvernos más eruditos muy a pesar de que dicho conocimiento no lo apliquemos. Si el conocimiento se aplica o no a la vida humana, si es bueno o malo, aquí por el momento queda fuera, lo importante es que la producción del conocimiento tiene una finalidad. “Todo conocimiento tiene una finalidad. Lo de saber para saber, no es, dígase lo que quiera, sino una tétrica de petición de principio. Se aprende algo, o para un fin práctico inmediato, o para completar nuestros demás conocimientos.” (Unamuno, 1985. p. 20) En la cita anterior, Unamuno afirma lo que se viene comentando, el conocimiento tiene una finalidad, un objetivo último y ese depende de cada sujeto, de cada cultura, el para qué se quiere aprender determinado conocimiento, a su vez dependerá del contexto en el que se desarrolla dicho sujeto y/o cultura. De ahí que unos enseñen y/o aprendan unas cosas y otros otras cosas. El tiempo y el espacio también establecen lo que es importante por conocer, y a su vez determinan la nueva producción del conocimiento. Conocer algo para repetirlo y aplicarlo; para acumularlo; o para superarlo, cualquiera de estas tres posibilidades se presenta.
EL CONOCIMIENTO EN LOS MITOS
Ahora bien, es momento de entrar en la interpretación filosófica de dos mitos en los cuales se refleja el origen del conocimiento y una de sus posibles consecuencias. Además, que estos mitos expresan ese amor por el conocer con el fin de tener humanidad, responsabilidad por el Otro, un conocer para vivir que se contrapone a un conocer para dominar. Unamuno ya habla implícitamente de un mito, y nos dice que “[…] es menester distinguir aquí entre el deseo o apetito de conocer, aparentemente y a primera vista, por amor al conocimiento mismo, entre el ansia de probar del fruto del árbol de la ciencia y la necesidad de conocer para vivir. (Ibid. p. 27). La pregunta que surge a partir de la cita de Unamuno es, ¿por qué el ansia de probar del fruto prohibido?, y ¿cuál es la distinción entre el simple apetito de conocer y el amor al conocimiento? Para responder estas dos preguntas lo haremos a partir del análisis del mito Adámico y el mito de Prometo.
Comúnmente se piensa que el mito es una historia fantasiosa y por esa razón es irreal e irracional. También se considera, en la historia de la filosofía, que los mitos son textos no filosóficos por la razón de que en ellos se habla o se hace mención a dioses, seres sobrenaturales, fantásticos, monstruosos, dónde las historias no tienen relación a un hecho real, por lo cual no se puede hallar una referencia a un hecho histórico, actual, humano. Nuestra perspectiva es que los mitos, a pesar de que tengan mucho o poco de fantasioso, el discurso que desenvuelven hace referencia a un hecho real, nacen de ahí, esto conduce a que los textos míticos pueden tener una interpretación filosófica e histórica.
El mito Adámico nos cuenta la creación del humano. Dios con el barro crea a Adán, a su imagen y semejanza. Eva es creada de la costilla de Adán, en una versión, en otra, también es creada del barro. A ambos los deja en el paraíso con una condición, no comer del fruto prohibido, la manzana, si lo hacían serían desterrados del paraíso y serían castigados. La primera pregunta que surge, ¿Por qué no comer de ese fruto?, ¿por qué existe un Dios que genera la tentación y a su vez la prohíbe?, ¿qué refleja la manzana (el fruto prohibido)? ¿quién es Dios? Empecemos por esta última pregunta y dejemos de lado la interpretación mítica, teológica y hagamos una filosófica, tal como lo viene haciendo Unamuno y también Hinkelammert.
No hay que comer del fruto porque es el conocimiento, tener conocimiento te puede llevar a ser un Dios, a entrar al mundo de los Dioses. Por esa razón, sólo Dios puede poner o quitar la tentación de conocer, una creación de ellos, como el humano, no tiene el derecho de conocer. Sin embargo, es el mismo Dios quien pone la tentación y además le advierte al humano, que si come del fruto, que si intenta conocer, tendrá consecuencias y serán negativas. Aparece así el Dios egoísta, envidioso, provocativo, castigador que sólo él puede conocer, los demás no pueden conocer, pero son seducidos y si caen en ella su castigo tendrá. Y así fue y es, el humano tiene prohibido conocer, el conocer implica arriesgar tu vida, tal como lo hizo primero Eva y después Adán. ¿Por qué no querer ser como Dios?, ¿por qué no querer conocer?, ¿qué de malo tiene?, pues lo malo está en eso, querer ser como Dios, eso no se puede, eso está prohibido, El humano debe de estar al servicio de Dios y tiene que obedecer, por eso no es necesario que conozca, sólo lo esencial para llevar a cabo la ley de Dios. He ahí la respuesta a la pregunta de ¿quién es Dios?
En el fondo, este Dios son los humanos poderosos, los que deciden qué debe de aprenderse, qué debe de conocerse. Si analizamos, el humano pobre, que es el 70% de la población mundial, cada vez más es ignorante, y lo es porque los que controlan la economía, la política a nivel mundial, son los que deciden qué debe de conocerse y lo que debe de conocerse es para servir al capitalismo, al Dios dinero. Lo esencial para el capitalismo es producir ganancias y para ello, es menester mantener a la gente pobre e ignorante para que no descubra, no revele la verdad y no se rebele, contra aquellos que son los más ricos del mundo, el 1% de la población mundial, (para que no quiera ser como Dios). Y aquellos que conocen o quieran conocer, son y serán asesinados, torturados, desaparecidos, humillados. No hay que exhibir el paraíso de Dios, hay que obedecerlo y rendirle ritos y tributos.
El mito de Prometeo nos cuenta que a él y a su hermano Epimeteo los mandaron a dar facultades a los todos los seres. Al terminar de repartir las facultades Prometeo se percató de que el humano no tenía facultad alguna, que se habían olvidado de él, por lo cual tomó la decisión de robar un poco de fuego a Hefesto, Dios del fuego, para dárselos como un obsequio. Zeus se enteró de lo que Prometeo había realizado y como castigo lo encadenó en la montaña para que un águila, durante todos los días y miles de años le comiera las vísceras. Era la sanción por haber dado el fuego a alguien inferior a los dioses.
Este mito también es analizado por Karl Marx en su tesis doctoral. Lo que indica que en efecto se puede hacer una interpretación filosófica del mito. Marx muestra una cita genial, “La confesión de Prometeo: “En una palabra, odio con todas mis fuerzas todo y cualquier dios.”, es la confesión propia (de la filosofía), su propia sentencia en contra de todos los dioses del cielo y de la tierra, que no reconocen la autoconciencia humana (el ser humano consciente de sí mismo) como la divinidad suprema. Al lado de ella no habrá otro Dios.” (Marx, 1971, Prefacio; Hinkelammert, 2007. p. 9). En este texto de Marx la filosofía aparece como la figura de Prometeo, y ella es quien maldice cualquier Dios por el hecho de ningunear al ser humano y de no querer darles autoconsciencia y conocimiento (el fuego), además de no considerarlo como alguien supremo. Prometeo o la filosofía, el amor al saber, conocer para vivir, se rebela contra todo lo que niegue la vida humana como algo supremo. Prometeo es un Dios que protesta contra otros dioses al ponerse del lado de los humanos, es un Dios que se convierte en humano. Marx habla de un Prometeo rebelde que lleva la figura de la filosofía, del saber, del conocimiento que exige el reconocimiento de la autoconciencia humana, de la vida toda ya que es lo más supremo. Prometeo al darles el fuego (el conocimiento) a los humanos es un Dios que se hace humano, a su vez, el humano se torna un Dios. ¿Cuál es la distinción, o es lo mismo? Podemos decir que hasta este momento hemos abordado la visión de cuando Dios se vuelve humano.
Ahora interpretemos la otra posición, el ser humano se convierte en Dios. Esta segunda postura es la negativa ya que el humano se siente Dios, que todo lo sabe y todo lo puede, se olvida su humanidad, y al olvidarlo se vuelven dioses falsos, dioses que producen el conocimiento para acabar con la vida. La característica de los dioses falsos es que humillan, explotan, conquistan, matan, en nombre del conocimiento, de la libertad, del desarrollo, del progreso, de la vida. El humano conocedor se vuelve un Zeus que castiga y encadena a sus hermanos, a sus hijos. El fuego que era símbolo de la vida, del conocimiento, de la autoconciencia, la racionalidad, se ha vuelto símbolo de guerra, de destrucción, de irracionalidad. Es un Dios que no permite que se le igualen y los que lo hacen hay que castigarlos e incluso aniquilarlos (al igual que en el mito Adámico). Los humanos al recibir el fuego (el conocimiento) se sintieron dioses, dejaron de lado su humanidad, lo utilizaron como arma.
EL PROBLEMA QUE HA GENERADO EL CONOCIMIENTO
Estos dos mitos reflejan el problema esencial del conocimiento. El conocimiento se ha desvirtuado, y ahora se utiliza para dominar a las personas, para imponer un sistema económico capitalista con su política liberal y neoliberal, para implantar una ideología por medio de un sistema educativo que está al servicio de dichos sistemas. El conocimiento que se genera es para los ricos se hagan más ricos y el pobre más pobre, el conocimiento se usa para generar crisis económicas, políticas y sociales para generar un equilibrio capitalista, es decir, entre más crisis, más ganancias. Ahora se sabe por saber, sin ningún sentido, o se sabe para acabar con la vida toda.
Supuestamente vivimos en un mundo y época en la cual el ser humano después de tanta “prehistoria” tiene al fin acceso no solo al conocimiento científico, o sea verdadero, sino que ahora ha alcanzado por fin su humanidad. El problema es; ¿por qué en medio de tanto conocimiento “supuestamente verdadero”, de tanto desarrollo científico y tecnológico sin precedentes, hay tanta acumulación de miseria y tanta injusticia y destrucción de la naturaleza a niveles nunca antes imaginados? (Hinkelammert, 2016, prólogo)
El prólogo de este libro está hecho por Juan José Bautista, filósofo boliviano, alumno y colega de Hinkelammert. En efecto, vivimos una coyuntura histórica nunca antes vista y quizás sea la última. Nos encontramos en la era de la digitalización que pule la era de la globalización, el mundo se ha hecho más pequeño, nos comunicamos en instantes de un lado del mundo al otro, en horas estás de un lado al otro del mundo. En la pandemia nos dimos cuenta que la medicina avanza, y vimos la creación de vacunas para el COVID y así extender la vida humana. Pero también fue un negocio de los productores de dichas vacunas. Y no sólo eso, las crisis actuales son más catastróficas, el 70 % de la población mundial está en pobreza, y eso genera migraciones. Miles de personas migran en todo el planeta a países llamados primer mundo buscando una vida mejor. Y no podemos olvidar el calentamiento global, generado por la explotación de la naturaleza para extraer sus riquezas. Es por eso que muchas verdades lo han dejado de ser, el conocimiento del pasado ya no es importante, y estamos en un sin sentido, mejor dicho, es el sentido de acabar con la vida humana. Entonces, regresamos a la pregunta que hace Bautista, ¿de qué nos sirve tanto conocimiento que implica un desarrollo tecnológico si nos estamos destruyendo a nosotros mismos? “¡Saber por saber! ¡La verdad por la verdad! Eso es inhumano. (Unamuno, 1985. p. 34) El conocimiento se ha invertido, en su origen era por y para la vida, y pasó a ser para acabar con la vida, de nada sirve tanto conocimiento si lo que producimos es muerte.
CONCLUSIÓN
Para terminar este trabajo, es importante resaltar que el conocimiento en su origen tenía como objetivo principal la reproducción de la vida. No se trataba de conocer por conocer, sino que el objetivo principal es y era la vida. Conforme fue pasando el tiempo, los conocimientos fueron avanzando, al igual que las sociedades, empezaron a surgir nuevos problemas y nuevas formas de resolverlos, el conocimiento se empezó a acumular, y a su vez un conocimiento había dejado de ser útil, debido al mejoramiento de la técnica y aplicación del nuevo conocimiento. Y no sólo eso, cada vez se hacía más complejo. Sin embargo, en la actualidad, parece ser que le conocimiento se ha invertido. Ahora se trata de saber más, de conocer más para sentirse superior sobre aquellos que conocen poco. El conocimiento no beneficia a la humanidad, todo lo contrario, indica que estamos peor que antes. El conocimiento se ha invertido, ya no es para reproducir la vida.
REFERENCIAS
Dussel, Enrique. 1998. Ética de la liberación en la época de la globalización y la exclusión. Trotta. Madrid.
Hinkelammert. Franz. 2007. Crítica de la razón mítica. El laberinto de la modernidad. Arlekin. San José, Costa Rica.
Hinkelammert, Franz. 2016. Totalitarismo del mercado. El mercado capitalista como ser supremo. Akal. San José, Costa Rica.
Marx, Karl. 1971. La diferencia de la naturaleza en Demócrito y Epicuro. Ayuso. Madrid.
Unamuno, Miguel. 1985. Del sentimiento trágico de la vida. Planeta. Barcelona, España.








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