Por Luis Alberto Salas González
INTRODUCCIÓN
En este trabajo hablo de la Totalidad como la ontología y de la nada como la metafísica.
¿Qué es la metafísica? ¿Qué es la nada? ¿Qué es la totalidad? Son preguntas que parecieran tener una respuesta que no tiene referencia con lo real concreto, y al ser así, estas preguntas han perdido importancia y con ello la filosofía. Otro gran problema, es que la definición de estas categóricas filosóficas cambia según el contexto.
Es importante hablar de la Totalidad y la metafísica para darle la importancia que se merece, para saber que nos puede ayudar a situarnos y comprender de mejor manera nuestro mundo (entorno esférico) en una temporalidad. Hablar de metafísica para distinguirla de la totalidad (ontología) y ver que se refleja en lo real concreto, que la metafísica no es algo meramente abstracto y tiene repercusión en nuestra vida real concreta.
El trabajo está divido en tres apartados: el primer apartado se aborda la definición de totalidad como mundo, a partir de Heidegger, de esta definición surge, aparece la exterioridad como la nada, la metafísica; el segundo apartado se toma como referencia a Pablo de Tarso ya que él nos muestra que del no-ser, de la nada surge algo nuevo; nuestro tercer apartado se retoma a Marx, con la intención de mostrar que de la nada surge el todo, el sistema. Por último, se hace una breve conclusión donde se retoman las ideas principales expuestas durante el escrito.
TOTALIDAD COMO MUNDO (CULTURA)
¿Qué es mundo? A partir de Heidegger se puede decir que el mundo es siempre lo subjetivo o/y lo intersubjetivo. El humano es quien tiene la capacidad, la facultad de abrir(se) un mundo ya que él tiene una actitud transformadora frente a la naturaleza, porque tiene la posibilidad de acercarse o alejarse de los entes y así poderlos comprender en sí mismos. De esa manera, la humanidad constituye e instaura un mundo que se apoya en lo real pero que es representado, conceptualizado y casi siempre, transformado. Así, se dice que el mundo es sólo donde es el ser humano, porque lo que no tiene representación, lo que no ha sido conceptualizado y transformado queda fuera de él. Es por ello que la piedra, la planta, etc., no tienen mundo, porque estos entes no tienen la capacidad, la facultad de conceptualizar, de nombrar el entorno esférico. El mundo se origina a partir de esta significación de lo real, es una significación que se da de manera intersubjetiva.
El mundo no es el mero conjunto de cosas existentes contables o incontables, conocidas o desconocidas. Tampoco es el mundo un marco imaginado para encuadrar el conjunto de lo existente (…) La piedra no tiene mundo, las plantas y los animales tampoco lo tienen; pero sí pertenecen al impulso oculto de un ambiente en que están sumergidos. En cambio la campesina tiene un mundo porque se mantiene en lo abierto de lo existente (…) Al abrirse un mundo todas las cosas adquieren un ritmo, su lejanía y su cercanía, su amplitud y su estrechez. (Heidegger, 2018, 65-66)
El cosmos es anterior a la naturaleza y la naturaleza es anterior al humano. El cosmos como la totalidad de totalidades, como un orden de los entes como meros entes. La naturaleza es parte del cosmos, la naturaleza como otra totalidad dentro de la totalidad del cosmos, una totalidad en la cual se encuentra inmerso el ser humano. Y el mundo se logra cuando se transforma y se interpreta la naturaleza por el ser humano. Así el mundo no es todo el cosmos, ni toda la naturaleza. El mundo es sólo una parte de éstos.
El mundo es en donde el humano establece su cultura. Se llama cultura la labor que realiza el agricultor al cultivar la tierra. La tierra es aquel lugar del cosmos, de la naturaleza que ha sido incorporada, no apropiada, por la intersubjetividad como algo que tiene a la mano para reproducir su vida. La intersubjetividad conceptualiza, modifica el ámbito cósmico-natural que habita. La intersubjetividad son entes existentes que tienen el modo del ser humano, sujetos que siempre están arrojados o puestos en un mundo para que él decida su destino, disponga de su ser cuando tenga la voluntad y la autoconciencia. El mundo en el que nace un sujeto tiene como antecedente el Cara-a-Cara (de Lévinas) que plantea un proyecto con el fin de mantenerse con vida. Al decir mundo, que tiene como precedente el Cara-a-Cara, estamos inmersos en la temporalidad que contiene un pasado y se proyecta hacia un futuro. El fundamento del mundo es el proyecto del cara-a-cara que tiene un pasado.
Si agregamos que el mundo también es espacial, en el sentido en que los entes toman una ubicación en el entorno esférico; y temporal, en la manera en que se plantea un proyecto desde una temporalidad, entonces podemos decir que el lugar donde nací es mi mundo y no el del palestino, porque son espacios y tiempos distintos. El mundo de un palestino puede ser paralelo al mío, son dos mundos con sistemas y subsistemas distintos. Así se puede decir que un mundo es una totalidad, o un sistema, que tiene horizontes prácticos, o subsistemas, como el ético, político, económico, social, metafísico, etc. Los sistemas de un mundo, de una totalidad, son distintos a los de otro, otra totalidad.
Sin embargo, en la actualidad hay una totalidad, un mundo, una cultura, que se quiere imponer sobre las demás. Es una totalidad totalizada totalizante[1], es un mundo que se sigue imponiendo sobre otros mundos, una totalidad que aniquila otras totalidades, las niega, las destruye o las incorpora, no las respeta. Ese mundo que totaliza, al totalizar genera la nada. Es en este momento en que aparece la nada. La nada es lo que está más allá de la totalidad (de la ontología, o del ser) que totaliza, lo que está fuera de esta totalidad que se impone. La nada es el no ser y no es porque no es reconocido por los que se encuentran dentro de la totalidad (dentro del sistema). Es justo lo que decía Parménides, el ser es el no ser no es, que en el fondo estaba diciendo, todo lo griego es y todo lo que no es griego no es, porque sólo los griegos nombran el ser. Pasa algo similar en la actualidad, el ser es quien está dentro del sistema, fuera de él, estás en la nada.
LA NADA DESDE PABLO DE TARSO
En las siguientes líneas se plantean algunas ideas, a partir de Dussel y Hinkelammert, de Pablo de Tarso y de Marx con el fin de decir que hay (y ha habido en la historia de la humanidad) un orden ontológico, un mundo, una totalidad que se impone y establece un sistema que aniquila la vida y frente a este orden aparece la exterioridad, la nada como posibilidad a algo nuevo.
Antes de entrar con Pablo de Tarso iniciaré con la siguiente interrogante. ¿Cómo se toman los textos teológicos para hacer una hermenéutica propiamente filosófica?
El reto presente es el de extraer esas amohosadas narrativas simbólicas (“teológicas” para el secularismo jacobino ilustrado) que residen y se estudian la Facultad de teología y situarlas por primera vez también en la facultad de Filosofía. Consistiría en efectuar sobre ellas en hermenéutica, una interpretación “estrictamente filosófica (Dussel, 2011, 1)
Para esta hermenéutica es necesario tomar en cuenta el hecho de que existen narrativas racionales con base en símbolos (mitos), como el “Leviatán” de Hobbes, los textos de Homero, textos religiosos, que son considerados para una interpretación filosófica en la academia. De ese tipo de textos se pueden tener dos posturas y esto radica a quien está dirigida. Puede ser una interpretación teológica que está dirigida a una comunidad religiosa; o puede ser una interpretación filosófica que será dirigida para una comunidad filosófica. En este caso va dirigido a una comunidad filosófica.
Una vez aclarado este punto regresemos a nuestro tema central. Primero hay que situarse en el contexto de Pablo de Tarso.
Recordando lo que muchos de los actuales intérpretes filósofos de dichas Cartas olvidan, deben situarse estos escritos en el contexto económico político del Imperio romano en una etapa de consolidación de la estructura de dominación esclavista y oligárquica de trágicas desigualdades que despertaba un clamor inmenso entre las crecientes masas mayoritarias oprimidas, explotadas, reducidas a soportar sufrimientos innumerables. (Dussel, 2011, 4).
La cita anterior nos muestra que existía (existe) un orden ontológico, en este caso el mundo romano, el mundo de Pablo. Él, que tiene como referencia de la concepción semita distinta al greco-romano, dirige las cartas a comunidades sufrientes del imperio, y gobernantes del mismo. Pablo categoriza al humano como carne o como cuerpo que muere, que es unitario, él no considera la dualidad de alma cuerpo que es una concepción griega. Pablo al contraponerse al orden del imperio romano y al negar la visión de la dualidad, se está poniendo contra la totalidad vigente. Pablo niega la ley del Imperio romano, es una ley que se fundamenta en el idealismo donde se le da mayor peso a la ley que a la vida, al igual que con la concepción de Platón, donde el cuerpo es la cárcel del alma. Pablo, al negar esta concepción greco-romana está situado en la meta-física, en la exterioridad, más allá de la ontología, del sistema. Está fuera de la totalidad por negar la ley que aniquila la vida. Pablo pasa a ser excluido y a quedar en la nada.
La exterioridad, donde el ser es lo absolutamente indeterminado, es la metafísica. Desde la exterioridad surge la crítica (revelación), es el Otro que se manifiesta contra la totalidad que aniquila, es el Otro que irrumpe a través del cara a cara. La exterioridad, la nada aparece en el derrumbe de la ley, se presenta en el tiempo ahora (Kairós) de la comunidad mesiánica, ya que tiene conciencia de la negatividad de la ley vigente, cuando la ley mata al justo. Se niega la ley cuando va contra la vida ya que ésta es su fundamento.
Hinkelammert nos muestra que Pablo no viene a bautizar, sino a dar la Buena Nueva, donde “Dios eligió al loco, al débil, plebeyo y despreciado y afirma lo que no es frente a lo que es para dejarlo en la nada.” (Hinkelammert, 2009, 9). El punto de partida está en los débiles, en los locos, en la nada y así se muestra lo que lo que no es deriva en la fuerza y sabiduría de Dios.
Lo que es, los nobles, los fuertes, el imperio, es enfrentado por lo que no es, los débiles, los plebeyos. La lucha por la vida es la Buena Nueva que surge de la debilidad, de los despreciados. De esa manera, lo que no es pasa a ser lo que cambia el mundo, deja de ser nada y pasa a ser transformación. Según Hinkelammert, para San Pablo se trata del reino de Dios, ya que en la debilidad se encuentra la fuerza y el ser pasa a la nada, la sabiduría del mundo pasa a ser la locura a los ojos de la sabiduría de Dios. Para Hinkelammert, Pablo resume la sabiduría de Dios en justicia, santificación y redención, de ahí que sea el eje central.
Sin embargo, hablamos de sabiduría entre los perfectos, pero no de sabiduría de este mundo ni de los jefes de este mundo, abocados a la ruina, sino que hablamos de una sabiduría de Dios, misteriosa, escondida, destinada por Dios desde antes de los siglos para gloria nuestra, desconocida de todos los jefes de este mundo – pues de haberla conocido no hubieran crucificado al Señor de la Gloria-. 1 Cor 2, 6-9 (Hinkelammert, 2009, 11)
Es la sabiduría de Dios vinculada con la responsabilidad por la crucifixión de Jesús por los jefes, las autoridades que aplican la sabiduría del mundo por el cumplimiento de la ley, desconociendo así la sabiduría de Dios. Por ello la fuerza está en la debilidad y lo despreciado tiene el privilegio de juzgar lo que es ya que no es. La sabiduría de Dios es encarnada en Jesús al no reconocer éste la verdad del mundo. Así, Hinkelammert nos muestra que Pablo denuncia a las autoridades, a los jefes de su mundo, a los que no saben lo que hacen, aunque lo hagan en nombre de la sabiduría del mundo. Pablo se da cuenta de que comienza la inversión del cristianismo, ahora el cristianismo se hace cristiandad, como diría Walter Benjamin, el cristianismo se hace ortodoxo fundamentado en la sabiduría del mundo. El cristianismo ortodoxo es contrario al de Jesús y al de Pablo, ahora los judíos crucifican sin razón alguna, son la sabiduría del mundo, matan por la obsesión del poder e imponen una ley que aniquila la vida. La importancia de Pablo, según Hinkelammert, es que él no viene a predicar el bautizo, sino la Buena Nueva, conflicto que tenía con los corintios y el imperio romano. Él no predicaba el bautismo ya que eso significaba afirmar el poder de la institución; en cambio, la Buena Nueva, era el proyecto que partía del Reino y de la Sabiduría de Dios, de la debilidad, de la nada. “Porque no me envió el Mesías a bautizar, sino a predicar la Buena Nueva. Y no con palabras sabias, para no vaciar de contenido la cruz del Mesías. 1 Cor 1,17” (Hinkelammert, 2009, 16). Pablo, de esa manera es un loco –como pensador singular- frente a la Sabiduría del mundo, el loco en el débil, en el despreciado.
LA NADA DESDE KARL MARX
Hasta aquí con Pablo, ahora pasemos a Marx para ver cómo, de alguna manera analógica a Pablo, nos muestra la nada como fuente creadora de valor, de la nada surge (se reproduce) el todo. Empezaré con una cita de Karl Marx, que a mi parecer es genial, ya que ahí nos habla de la nada, una nada que ya había mencionado anteriormente Pablo de Tarso.
La disociación entre la propiedad y el trabajo se presenta como ley necesaria de este intercambio entre el capital y el trabajo. El trabajo, puesto como no capital en cuanto tal es: 1) Trabajo no-objetivado, concebido negativamente (aún en el caso de ser objetivo; lo no objetivo en forma objetiva). En cuanto tal, es no materia prima, no instrumento de trabajo, no producto en bruto: el trabajo disociado de todos los medios de trabajo y objetos de trabajo, de toda su objetividad; el trabajo vivo, existe como abstracción de estos aspectos de su realidad efectiva (igualmente no-valor); este despojamiento total, esta desnudez de toda objetividad, esta existencia puramente subjetiva del trabajo. El trabajo como miseria (pobreza) absoluta: la miseria no como carencia, sino como exclusión plena de la riqueza objetiva. O también -en cuanto es el no- valor existente, y por ello un valor de uso puramente objetivo, que existe sin mediación, esta objetividad puede ser una objetividad no separada de la persona: solamente una objetividad que coincide con su mediata existencia corpórea. Como la objetividad es puramente inmediata, es, asimismo, no objetividad inmediata. En otras palabras: una objetividad que de ningún modo está al margen de la existencia inmediata de individuo mismo. 2) Trabajo no objetivado, no valor. concebido positivamente, o negatividad que se relaciona consigo misma; es la existencia no objetivada, es decir inobjetiva, o sea subjetiva, del trabajo mismo. El trabajo no como objeto, sino como actividad; no como valor, sino como fuente viva del valor…No es en absoluto una contradicción el querer afirmar, pues, que el trabajo por un lado es la misera absoluta como objeto, y por otro es la posibilidad universal de la riqueza como sujeto y como actividad; o más bien, que ambos lados de esta tesis absolutamente contradictoria se condicionan recíprocamente y derivan de la naturaleza del trabajo, ya que éste, como antítesis, como existencia contradictoria del capital, está presupuesto por el capital y, por su parte, presupone a su vez el capital. (Marx, 1984, 235-236; Dussel, 1991, 139).
Pido una disculpa por la cita, pero pienso que es esencial para nuestro análisis:
En el primer momento es negatividad para el capital ya que es la miseria absoluta del sujeto. El capital posee trabajo pasado objetivado como dinero, mientras que el trabajador paupérrimo tiene que venderse al capital. El sujeto, que aún no ha trabajado para el capital, es trabajo vivo no objetivado y en cuanto no objetivado es nada, es negatividad para el capital, es algo que está más allá de él, que está fuera de él. En cuanto exterior al capital es lo no objetivado y por ello no capital; y el trabajador aquí no es un ente, es una persona desocupada, sin trabajo vivo objetivado. Si lo que está fuera del capital es la miseria absoluta (la metafísica, la nada-el no ser), entonces la riqueza es el capital (la ontología, la totalidad-el ser). Fuera del capital (del todo) está la pobreza (la nada), el sin sentido, es el trabajador que no ha objetivado su trabajo en un producto existente, es el trabajador como no valor. El obrero con su miseria absoluta, que viene desde la nada -porque nada tiene más que su vida, se presenta frente al capital para pedir trabajo y hasta que éste se objetive entonces valdrá (será alguien o algo) para el capital. Antes de estar frente al capital, antes de venderse, el trabajador es visto como trabajo vivo aún abstracto, es visto como nada.
El segundo momento es el momento positivo para el capital. Lo exterior, el trabajo vivo-no objetivado, es identificado como mera subjetividad que se desenvuelve en el mundo de las mercancías, y es la fuente viva de valor. El sujeto, situado en lo exterior, al vender su trabajo se está convirtiendo en la fuente de riqueza del capital. El sujeto es posibilidad de riqueza ya que toda riqueza es producto del ser humano. Esta posibilidad de riqueza, aún externa para el capital, es la miseria absoluta, desnudez de toda objetividad, es la existencia en potencia de objetivar su trabajo en productos. De esa forma, el sujeto se presenta, como la miseria absoluta, frente al capital dispuesto a venderse, a perder ser para ser reconocido por el capital. Y el capital subsume, incorpora, se apropia de la vida del sujeto. Esa es la razón que es un momento positivo para el capital, ya que la miseria absoluta (de la nada) se convierte en la fuente viva de valor (del sistema). Se puede decir que de la nada surge y se reproduce (el ser) una totalidad que tiende a totalizar.
Tanto la postura de Pablo como la de Marx, se muestra que de la nada surge algo, ya sea lo que reproduce el sistema dominante o lo que crítica al mismo sistema. Esa es la importancia de Pablo y de Marx, que parten de la nada, de la metafísica y niegan la totalidad que totaliza, quizás Marx no lo hizo de manera explícita como Pablo, pero se muestra que ambos tienen el mismo punto de partida.
CONCLUSIÓN
Para concluir este trabajo parto de la siguiente afirmación, es posible Otro mundo, un mundo donde quepan muchos mundos (EZLN, 1996), un planeta Tierra donde quepan muchas culturas y no donde se imponga una sobre otras. Otro mundo que surge y resurge de la nada, de los negados, los ninguneados, los excluidos, los humillados, los débiles, etc., ellos son la fuente viva que reproduce y busca una vida digna (ya no es la fuente viva de valor para el capital), son los que niegan el sistema que aniquila la vida. El proyecto de un mundo donde quepan muchos mundos parte de la nada, del no ser que niega al ser por decir que el no ser, no es, cuando es Otro, es la alteridad.
Del dolor por la insatisfacción de las necesidades primordiales de vida a la crítica del contexto caótico. De la metafísica a un nuevo orden ontológico. El punto de partida es la nada, la negación, de la vida humana, que se convierte en la fuente viva como fuente creador de vida, que pretende ir más allá de la totalidad totalizante.
BIBLIOGRAFÍA
Dussel, Enrique (1991), La producción teórica de Marx, un comentario a los Grundisse. Siglo XXI, México.
Dussel, Enrique (2011), Manuscritos de Política de la liberación, Parte Crítica Vol. III. Parágrafos 29 y 31, www.enriquedussel.org
_____________ (2018), Filosofía de la liberación. Fondo de Cultura Económica, México.
Heidegger, Martín (2018), Arte y poesía. Fondo de Cultura Económica, México.
Hinkelammert, Franz (2009), El juego de las locuras: Ifigenia, San Pablo y el pensamiento crítico, www.pensamientocritico.com
Marx, Karl. (1984). Elementos fundamentales para la crítica de la economía política. Los grundisse, vol 1. Siglo XXI, México.
[1] La totalidad, el sistema, tiende a totalizarse, a autocentrarse, y a pretender, temporalmente, eternizar su estructura presente; espacialmente, a incluir intrasistemáticamente a toda exterioridad posible. Como portador de un hambre infinito, el fetiche (3.4.2) pretende instalarse para siempre en una insaciable antropofagia. La proximidad del cara-a-cara desaparece porque el fetiche se come a su madre, a sus hijos, a sus hermanos... La totalidad totalizada, cíclope o Leviathan en la tierra, mata a cuantos rostros ajenos le interpelan hasta que al fin, después de larga y espantosa agonía, desaparecerá tristemente de la historia no sin antes sellar con injusticias sin número sus últimos días. (Dussel, 2018, 91)
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