Guillermo González Rivera [2]
UNAM/FES Acatlán
Desde la publicación de La estructura de las revoluciones científicas en 1962, el uso que se daba al término paradigma no dejó de ser criticado. Los críticos señalaban sobre todo la imprecisión del significado de dicho término. Una autora cercana a Kuhn, Margaret Masterman, muestra a partir de un escrutinio minucioso que, en ese libro, el término paradigma había sido utilizado, al menos, en veintidós sentidos parcialmente diferentes.
Las críticas desarrolladas en ese lapso obligaron a Kuhn a revisar y a precisar muchas de las afirmaciones de su ensayo. En 1969 en la Posdata preparada para la edición japonesa de su libro, pondera y responde a las objeciones de sus críticos.
Considera Kunh que había utilizado el término paradigma en dos sentidos relativamente distintos. Por una parte, con el término paradigma denotaba una constelación de enunciados teóricos, creencias, valores, técnicas, etc., que comparten los miembros de una comunidad de hombres de ciencia. Por otra parte, subraya especialmente un aspecto de tal constelación, a saber, las formas o maneras de resolver problemas utilizadas por los miembros de la comunidad y aprendidas por los estudiantes. A este elemento de la constelación de compromisos le llamará a partir de ahora ejemplares, es decir, logros ejemplares del pasado en la aplicación de la teoría y en la solución de problemas.
Este segundo sentido del término paradigma fue que suscitó más críticas y produjo más controversias porque suponía la aplicación irracional de la intuición para explicar el desarrollo de ciertos aspectos de la ciencia.
En la Posdata, para aclarar su concepto de paradigma se propone tres objetivos: en primer lugar, esclarecer las funciones que cumple un paradigma en una comunidad de hombres de ciencia; en segundo lugar, enunciar y definir los principales compromisos que constituyen un paradigma, asumidos por una comunidad, (en la Posdata, considera que éstos son generalizaciones simbólicas, los modelos, los valores compartidos y los ejemplares); y en tercer lugar, examinar más explícitamente las funciones y fundamentos de dichos ejemplares, es decir, formas o ejemplos comparados en la resolución de problemas.
Kuhn analiza en primer término las relaciones que se dan entre las comunidades de hombres de ciencia y los paradigmas.
En un primer acercamiento, señala Kuhn, parecería que el término paradigma es utilizado en sentido circular. En efecto, un paradigma es una estructura teórico-metodológica que comparten los miembros de una comunidad científica y, a la inversa, una comunidad científica es el conjunto de personas que comparten un paradigma.
Para Kuhn, una comunidad científica es el conjunto de profesionales que practican la misma especialidad común. Según sea necesario considerarlo, la amplitud común. Según sea necesario considerarlo, la amplitud de una comunidad puede variar de una asociación mundial a una asociación regional o a un grupo local. Las integraciones, por una parte, o las subdivisiones por otra, pueden, asimismo, tener muchas variaciones según las disciplinas y las consideraciones del historiador o del sociólogo.
Estos conjuntos se distingues por una serie de características peculiares: sus miembros, en un grado no alcanzado en otros ámbitos, han tenido una educación y una iniciación profesional similares. En el proceso de formación, han leído prácticamente la misma bibliografía técnica y ha sacado muchas conclusiones similares de ésta.
En las ciencias hay escuelas, es decir, comunidades que enfocan el mismo tema desde puntos de vista diversos, por lo que la comunicación entre éstas es difícil y con frecuencia equívoca, sobre todo antes de que se consolide un paradigma.
Los miembros de una comunidad científica se ven así mismos, y son considerados por otros, como los hombres exclusivamente responsables de la consecución de un conjunto de objetivos entre los que se incluyen la definición y solución de problemas, la validación de soluciones, y la formación de sus propios sucesores.
Dentro de estas comunidades, la comunicación en materias científicas es muy amplia, y el juicio profesional es relativamente unánime.
Así pues, el ámbito de un paradigma no se circunscribe por un tema de estudio sino por una comunidad de practicantes. Todo estudio dirigido a definir debería de empezar por identificar las prácticas de las comunidades que los sustentan.
Si bien hay que tener en cuenta que los que hoy es materia de investigación para una sola extensa comunidad, en el pasado pudo estar repartido en el trabajo de varias comunidades. Así, no hubo comunidad de físicos antes del siglo XIV y, entonces, fue formada por dos comunidades antes separadas: la de los matemáticos y la de los físicos naturales.
En la Posdata del 69, después de haber mostrado las relaciones y las mutuas implicaciones entre comunidad científica y paradigma, pasa Kuhn a examinar los paradigmas como constelación de compromisos de un grupo, y empieza por revisar la pertinencia del término paradigma, que ahora considera inadecuado.
Kuhn considera que el término de paradigma puede ser sustituido por el de matriz disciplinaria. La constelación de compromisos aceptados por la comunidad es una matriz porque está compuesta de un conjunto ordenado de elementos que forman un todo y funcionan en conjunto. Y es disciplinaria porque refiere a una posesión de quienes practican una disciplina particular.
Un primer elemento constitutivo de las matrices disciplinarias son generalizaciones simbólicas. Tales generalizaciones son los componentes formales o fácilmente formalizables de una matriz disciplinaria. Tales expresiones son utilizadas habitualmente sin cuestionamiento y sin discusión por todos los miembros del grupo.
En algunas ocasiones se les encuentra en forma simbólica f = m*a. En otras, se expresan por palabras: a toda acción corresponde una reacción…
De no ser por la aceptación general de expresiones como éstas, no habría puntos de acuerdo para las manipulaciones lógicas y matemáticas requeridas en la solución de problemas.
Aunque el ejemplo de la taxonomía, según considera Kuhn, indica que la ciencia normal puede operar con pocas generalizaciones simbólicas, no obstante, el poder y la capacidad de una ciencia parece aumentar con el número de tales generalizaciones.
Estas generalizaciones se consideran leyes de la naturaleza, pero para los miembros de un grupo pueden tener otras funciones: pueden servir como definiciones de alguno de los símbolos que incluyen. El equilibrio entre su valor como leyes y su fuerza como definiciones cambia con el tiempo. La naturaleza del compromiso con una ley es muy diferente al compromiso con una definición. A menudo las leyes pueden corregirse parte por parte, por las definiciones al ser tautológicas no pueden corregir.
Un segundo tipo de componentes de la matriz disciplinaria son los modelos. Hay una amplia gama de éstos que va de los ontológicos a los heurísticos. Los diversos tipos de modelos tienen funciones similares; entre otras, proporcionan al grupo analogías y metáforas (elemento, protón, deuterio) que ayudarán a determinar los tipos de problemas, soluciones y explicaciones que serán aceptables para la comunidad. Permitirá, también, definir la lista de los enigmas no resueltos y evaluar la importancia de cada uno de ellos.
Los compromisos de una comunidad con los modelos ontológicos se refieren a compromisos con creencias tales como “todos los fenómenos perceptibles se deben a la interacción de átomos cualitativamente neutrales en el vacío”.
Los modelos de tipo heurístico ayudan a representar ciertos fenómenos: el circuito eléctrico puede ser considerado (metáfora) como un sistema hidrodinámico de estado estacionarlo; las moléculas de un gas actúan como bolas de billar, elásticas, en una movimiento producido al azar.
Una tercera clase de elementos de la matriz disciplinaria son las valoraciones o valores atribuidos. Habitualmente se les comparte más que las generalizaciones simbólicas o los modelos, y contribuyen a dar un sentido de comunidad a los hombres dedicados a las ciencias naturales.
Aunque funcionen en todo momento, su importancia particular se hace visible cuando los miembros de una comunidad deben enfrentar una crisis de su disciplina o elegir entre formas incompatibles de practicarla. Las valoraciones más profundamente sostenidas se refieren a las predicciones: éstas deben ser exactas; las predicciones cuantitativas son preferibles a las cualitativas; sea cual fuere el margen de error admisible, debe ser continuamente respetado en un campo determinado; y así por el estilo.
También hay valoraciones que se aplican a las teorías: ante todo, deben posibilitar la formulación y solución de enigmas, deben ser sencillas, coherentes y compatibles con otras teorías simultáneamente aceptadas (la coherencia interna y externa es un factor de elegibilidad de una teoría en situaciones de crisis).
Sin embargo, aunque las valoraciones sean generalmente compartidas por los practicantes de una disciplina, las posibilidades de aplicación de éstas a menudo se ven modificadas por los objetos a que se dirigen, por las situaciones en que se aplican y por los rasgos de personalidad de quienes lo realizan.
Tratándose de evaluar anomalías o nuevas teorías, el recurrir a los valores compartidos (criterios) antes que a las reglas, es el medio de que se vale la comunidad para distribuir los riesgos y asegurar a lo largo plazo el éxito de su empresa.
Habiendo examinado de los tipos de elementos constitutivos de una matriz disciplinaria, a saber, las generalizaciones simbólicas, los modelos y las valoraciones, pasa Kuhn a examinar otro tipo de elementos constitutivos de las matrices disciplinarias, los ejemplares o ejemplos compartidos, el tercero y más importante de los objetivos de sus reflexiones en la Posdata de 1969.
Con el término de ejemplares designa Kuhn las formas o estilos de solucionar problemas que los estudiantes aprenden desde el principio de su formación profesional en el pizarrón, en los libros de texto, en los exámenes, en las prácticas y los laboratorios.
A esto tipos de ejemplos compartidos deben añadirse algunas de las soluciones técnicas de problemas que aparecen en las revistas profesionales que los investigadores examinarán a lo largo de su vida, y que igualmente muestran un estilo de trabajo con el que se resuelven los más difíciles y complejos.
Más que los otros elementos de la matriz disciplinaria, los ejemplares tienen un valor especial en la formación del nuevo investigador y en la práctica científica de la comunidad. La resolución de problemas va más allá de la aplicación de la teoría. Al principio y durante cierto tiempo resolver problemas es conocer ordenadamente algunas propiedades de la naturaleza. Sin la resolución de problemas desde la perspectiva de los ejemplos compartidos, las leyes y teorías que estudiantes hayan aprendido previamente tendrán un contenido empírico muy pobre.
Mediante el esfuerzo de resolver problemas a la luz de los ejemplares, desarrolla el estudiante la habilidad de percibir como similares y, por tanto, objeto de aplicación de alguna generalización simbólica, una variedad de situaciones diferentes en muchos aspectos. Por citar un caso, todos los físicos aprenden a resolver problemas de plano inclinado, el péndulo cónico y las orbitas keplerianas para ilustrar las generalizaciones simbólicas aprendidas. Por lo que, después de resolver un cierto número de problemas bajo la óptica descrita, el joven investigador contemplará las nuevas situaciones a las que se enfrente como científico desde la perspectiva que otros miembros más experimentados de su comunidad.
Así pues, en las Posdata de 1969, para revisar su formulación de paradigma (al que ahora propone llamar matriz disciplinaria), examina las relaciones comunidad-paradigma, analiza los compromisos que constituyen el paradigma, a saber, generalizaciones simbólicas, modelos y valoraciones compartidas y, explícitamente, subraya (contras las criticas) el valor formativo de la resolución de problemas de los ejemplares.
Como se ve, ya no habla aquí de los compromisos epistémicos, a los compromisos ontológicos los llama modelos, y enfatiza mucho más en la función de los ejemplares en la formación de los investigadores jóvenes y en la práctica de los hombres de ciencia.
[1] Este escrito que nos cedieron forma parte de una investigación más amplia que el Dr. Guillermo González realizó sobre la definición de Paradigma en Kuhn.
[2] El Dr. Guillermo González Rivera fue Catedrático de la UNAM, en la Facultada de Estudios Superiores Acatlán desde 1977, e impartió las asignaturas: Curso monográfico de Filosofía Contemporánea (especializado fundamentalmente en Heidegger y Gadamer), Curso monográfico de Hegel, en la Licenciatura de Filosofía, e Introducción al Pensamiento Filosófico, en la Licenciatura de Lengua y Literatura Hispánicas. Estuvo adscrito al Programa de Investigación, además de que fungió como Coordinador del Programa de Posgrado de la FES Acatlán, Fue Coordinador de la Unidad de Investigación Multidisciplinaria (UIM) también en la FES. Y ponente en múltiples ocasiones tanto en la UNAM como en otras instituciones universitarias. Es autor del ensayo: El idealismo absoluto de Hegel reflejado en el texto de Saber absoluto, publicado por editorial Kaoz, entre otros.
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