Josué Isaac Muñoz
Dentro del uso de la falacia ad hominem hay una variante que se conoce como ad feminam. En esta variante se desacredita a la mujer por su carácter o circunstancia. Este tipo de falacias se usaron durante mucho tiempo, y se sigue haciendo.
La función de poder descifrar una falacia sirve para evitar errores en el discurso. Pero extrañamente ahora, que se desea dejar atrás la lógica, se abusa de la falacia ad hominem para justificar ataques a autores, artistas o pensadores, y las ideas en ningún momento se tocan.
Se escucha constantemente decir: “Sólo le dan el Nobel a hombres.” O: “Bueno, de por lo menos le dieron el premio a una mujer, aunque es blanca.” O decir: “Es que tal autora es misántropa, por ello su opinión no vale”. Estas opiniones en realidad no argumentan nada, sólo se quedan en la superficie y usan una constante histórica (el dominio del hombre blanco en la cultura) para rebatir un suceso o una idea.
Es muy interesante notar como cuando Olga Tokarczuk ganó el Nobel, la gente se quejaba de que ella fuera blanca. Es decir, reivindican que es mujer pero no están de acuerdo con su blanquitud. Da igual si su obra es buena o si sus ideas son interesantes, lo importante aquí es que el premio no era justo, porque ella es el reflejo del dominio eurocentrista. El otro ganador, Peter Handke, nadie le dio importancia.[1] Los Nobel además ya no son tan importantes, pues los que eligen a los ganadores son hombre blancos eurocéntricos, además de que son los indicados para dar premios.
Hay una constante en esto: todo aquello que no sea parte de lo oprimido no tiene valor. Es irónico que cuando Bob Dylan ganó el premio Nobel, la gente lo celebró como una victoria del oprimido. La gente dio por muerta la Literatura, y aplaudió la disolución entre el arte culto y el arte del pueblo. En ese momento la gente no se enfocó tanto en que Dylan fuera hombre, blanco, heterosexual. Se enfocaron en que el pueblo ganó, y el pueblo se sintió representado. La obra pasaba a segundo plano.
El asunto ahora es desacreditar cualquier idea, personaje o autor que no sea parte de la minoría. Por lo que las ideas ya no importan; ahora lo destacable es la persona y su circunstancia. Es la actitud acrítica del hípster que no desea ser mainstream porque lo de moda es lo indie. El fenómeno se repite en distintos ámbitos, desde la literatura hasta la filosofía.
Hace poco surgió un artículo titulado: COVID-19: lxs filósofxs y la filosofía, en dicho artículo se puede ver el mismo tipo de ataque a los autores y pensadores. Tiene varios aciertos el texto al mostrar que se puede pensar de otro modo o desde otra perspectiva, y esto es muy rescatable, pero cae en ataques básicos a los filósofos que califica como mainstream. Además de que encasilla a los autores en posturas apocalípticas y de que la humanidad caerá en políticas de dominación global. Vuelve a las generalidades y da a entender que la luz, la razón, la verdad, la filosofía particular y libertaria se hace desde la periferia, y es la indie. Y la obscuridad, lo negativo, lo irracional, lo apocalíptico, está en la mainstream.
En realidad se contempla un sentimiento de decepción por parte del autor, ya que nos dice: “se han popularizado en las redes las opiniones de algunos filósofos mainstream al respecto. El flujo de estas informaciones ha sido francamente decepcionante.
Por una parte, porque aquello que los portales de noticias, las redes y algunxs colegas suelen entender como “filósofos” y “filosofía” por lo general queda encerrado en un núcleo muy reducido de pensadores varones europeos (o flujos similares) que piensan desde su condición de privilegio”.
Por lo que se puede ver que de trasfondo hay un sentimiento de enojo y rechazo hacia estos autores, no tanto por un aspecto teórico, sino emocional. El autor desea —más que señalar posturas decadentes e ilógicas—, mostrar que la filosofía mainstream ya pasó de moda y lo relevante ahora es la filosofía de la periferia. Es un deseo callado de ser mainstream. Este deseo se justifica mostrando al otro como el privilegiado. Por lo que la discusión se mueve de discutir ideas y pensamientos a discutir quién merece atención. Y también se atiende un poco a las emociones de los lectores: se quiere exhibir que los que no son parte de la élite son ninguneados en las redes sociales y nadie los voltea a ver.
Todo el texto está hecho para mostrar que las posturas de los autores indies (filosofxs) son las relevantes, por ser indies. Se da por hecho que sus ideas tienen más relevancia porque se alejan de esos autores privilegiados. ¿Los indies acaso no tienen privilegios? ¿Escribirán sus artículos desde un café internet?
El autor para darle más fuerza a su argumento nos dice que la filosofía: "allende su pretensión de universalidad, es siempre un ejercicio singular y situado en contextos específicos, cuyas procedencias deben ser tomadas en cuenta para calcular sus posibles repercusiones en los diferentes ámbitos en los que se insertan; que no todas las ramas de la filosofía parten de los mismos presupuestos, y que por ello la pluralidad es la regla; que el paradigma biopolítico es sólo un posible punto de partida para hacer análisis, y que va mucho más allá del catastrofismo desde el que se le suele posicionar; que a la filosofía nunca se le ha dado bien la tarea oracular de predecir el futuro; y que utilizar una generalización tan burda como los filósofos (universalista y en masculino) no es sino un síntoma de ciertos usos obsoletos del discurso que resultan francamente perniciosos para pensar desde comunidades plurales en donde la diversidad y el desacuerdo son la regla."
Todo esto lo que quiere decir es que, si no eres parte de la diversidad-disidente, caes en el uso obsoleto del discurso, que no es lo mismo que decir que es inválido, pero a final de cuentas es una negación del discurso del otro. Dentro de esta diversidad, está negada la diversidad de otros discursos. Por lo que ahora, la vía de reconocimiento discursivo es la disidencia, suponiendo que se puede ser disidente dentro de la academia.
Para terminar: si la filosofía indie fuera la que se compartiera más y se reconociera como la importante, este artículo no tendría sentido, pues su finalidad no es profundizar en por qué las redes comparten ideas de ciertos autores y otros no. Ni tampoco la figura de autoridad del filósofo.[2] Lo importante es mostrar a lo mainstream como lo inválido. Y esto se denota en un sentimiento de decepción por no ser reconocido.
[1] Esto en realidad es una invención mía, sólo llegué a escuchar comentarios y leer quejas de por qué un hombre y una mujer blanca ganaron un Nobel.
[2] Si lo indie se volviera lo reconocido y compartido en redes sociales se convertiría en la figura de poder que la gente requiere. Es la autoridad que el texto desea pero al mismo tiempo niega.
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