top of page
Foto del escritorRevista Acontecimientos

Amor impar, agamia, soltería del siglo XXI

Actualizado: 13 feb 2020



El amor puede y suele ser tan aterrador como la muerte pero encubre la verdad bajo oleadas de deseo y entusiasmo

Zygmunt Bauman





Alejandro Olvera





El amor entre "dos" personas lleva inherente el conflicto y el desquiciamiento. En el amor entre dos se tiene por inevitable la ansiedad y el descontento que en sí reclaman, a manera de tranquilizante, la urgente manifestación de la presencia del ser amado. Sin importar el tipo ni la formalidad de las relaciones amorosas, en todas prevalece el riesgo a pesar que el amor se conciba como un cúmulo de emociones y sentimientos maravillosos. El amor no se piensa, se siente, se vive, en ocasiones se padece. A pesar que los seres humanos necesitamos de grandes dosis del placer de sentirnos amados, las actuales corrientes de pensamiento y las tendencias acusan un marcada desconfianza respecto de la pasión amorosa de pareja cuando las relaciones no funcionan, debido a la frustración de tener que sortear los peligros de la duda, del desencanto y del desamor en el modelo vigentes de amor romántico.


El amor romántico es “uno más de los modelos de amor socialmente reconocidos". Si bien el amor en sentido amplio abarca el imperativo del sentimiento de beneplácito y atención hacia los seres que nos importan, también es una forma de relacionamiento sexuado que consiste en un sentimiento tendiente al otro; y este sentimiento presupone siempre la existencia e importancia del otro y del ego propio en relación al otro. El amor romántico como ideal de amor, ha sido concebido como un escenario dos en mutua correspondencia. Los dos que se aman implican una relación de amantes que se relacionan durante un lapso indefinido de tiempo para conformar una "pareja" que intercambia un mismo sentimiento, en la mayoría de los casos, una suerte de ansiedad de vaciamiento simultaneo del uno para el otro.


Este modelo de amor, en el que funciona el criterio de igualdad conjugado con el ideal de la búsqueda del amor eterno, ha derivado en la necesaria "posesión" del uno para el otro, lo que en esencia obliga a situarse en los sentimientos del otro, a suprimir el yo por lapsos prologados. Este amor conlleva, como riesgo, un compromiso que a priori delimita la libertad individual, lo cual en la actualidad conlleva una pesada carga negativa. El ideal de amor eterno atraviesa una paulatina transformación que en la actualidad concibe al amor de pareja clasificándolo como una serie de etapas o fases que van desde el instante del enamoramiento apasionado, como punto de inicio, hasta finalizar en un relación de amor maduro de costumbre y compromiso después un largo trayecto de varios años de vida en pareja, un largo trayecto a menudo plagado de álgidos momentos y no menos exento de conflictos que se logran sobreponer de alguna manera.


Fuera de la esfera de los sentimientos de amor, el devenir de las sociedades ha condicionado el tipo de vínculos amorosos en función de las circunstancias que intervienen directa e indirectamente afectando la construcción de las relaciones formales de pareja. No es que no hayan existido condicionantes sociales coyunturales en distintos momentos de la historia, sin embargo, en el siglo XXI emergen distintas circunstancias derivadas de las tendencias económicas y culturales de la sociedad. Se sabe que cada vez existe una mayor exigencia en los distintos ámbitos ocupacionales, ya sea por las necesidades de supervivencia o bien por la voluntaria concordancia con la "ideología del éxito profesional". Hoy existe una fuerte presión económica que nos presiona a estar más ocupados en el trabajo con el fin de conseguir determinado nivel de ingresos para solventar el nivel de consumo requerido para tener acceso a la integración e interacción en el ámbito social. Bajo estas condiciones se han estado generando una serie de impedimentos, y desinterés, que dificultan entablar relaciones amorosas en virtud de que éstas requieren de inversión de tiempo, atención y recursos económicos.




Existen grupos y sectores sociales en los que tanto hombres como mujeres (en independencia de sus preferencias sexuales) evitan distraerse de sus prioridades profesionales, algunas personas eligen el disfrute de alternativas impersonales para ejercer su sexualidad, otras, incluso, han llegado a evitar todo tipo de relaciones en una suerte de castidad circunstancial, un efecto colateral determinado por sus escalas de prioridades.

Ese evidente que en los años que van del siglo XXI ya se cuestiona, o al menos abre espacio para la duda, la viabilidad del amor de pareja, porque actualmente hay un desgaste de la idea del otro, y es porque el amor de pareja representa alteridad, es decir, no sólo alteridad respecto del ser amado sino también a la vez alteridad respecto de uno mismo.


Hoy, en virtud de la amplia gama de posibilidades dentro de las múltiples ofertas y formas de relaciones (un amplio menú de posibilidades en apariencia eróticas que encierran el deseo de satisfacer una gran variedad de emociones resumidas) el amor y el sexo se están transformando en conceptos simbióticos, lo que equivale a que las tendencias emotivas se evalúan en función de la capacidad de producción de placer, cómo valor óptimo. En el actual ideal del amor, la presencia de un amor de alta exigencia cuestiona o dificulta la concreción de una relación perdurable por encima de las posibilidades de elección, obviamente, el deseo de placer lleva implícita la supresión de la capacidad de volcarnos en el otro a cambio de preservar la capacidad de satisfacer la propia versión del voluntario placer apetecido a través de un amplio menú de relaciones físico emocionales más diverso.


Otros tipos de relaciones de amor


Por encima de los modelos sociales y a la frustración de "no poder" cumplir las expectativas ideales de amor, de libre placer y de la conjugación de pasión y felicidad plena, es como han surgido otro tipo de relaciones personales alternativas. Asumiendo que la noción del modelo de amor romántico de pareja no ha de perdurar en el tiempo, como modelo prevalente, existe un paulatino desplazamiento de las ideas del amor de pareja hacía la tendencia de ampliar las posibilidades de relaciones interpersonales emotivas, mismas que en sí impliquen un menor riesgo de aceptar esa delimitación la libertad individual que caracteriza la fidelidad en el amor romántico.


En la actualidad hay una creciente tendencia a las relaciones emotivas que flexibilizan las posibilidades de la libertad de satisfacción del deseo y del placer individual. El ejercicio de la sexualidad fuera de la pareja, un tipo de relación abierta a la experimentación amorosa (poliamor) sin que exista la ruptura sino, incluso, útil como reforzamiento de los sentimientos mutuos. También se ha desarrollado la práctica del "sexless", una relación basada en una convivencia sentimental sin sexo entre la pareja, o bien su variable opuesta, amistades con derechos que practican parejas temporales de amantes con relaciones sexuales sin amor de por medio. Las relaciones sexuales no monógamas conocidas como swinger que se experimentan mediante un consenso de intercambio de parejas. Las relaciones sexuales y sentimentales de co-residencia que trascurren en un marco de conveniencia transitoria. Las relaciones sentimentales de noviazgo, con encuentro sexuales eventuales y cada quien habitando un distinto domicilio. Y también los amores a distancia, en este caso con una gama amplia que internet ha propiciado que van desde la práctica del "sexting" hasta el simple intercambio de conversaciones, juegos y mensajes amorosos.


¿Amor sin pareja?


La era de las comunicaciones digitalizadas propicia mayores posibilidades de "contacto" virtual, posibilidades que se insertan dentro de un amplio espectro de libre elección y disponibilidad. Estas posibilidades se caracterizan por el nivel de garantía de la libertad individual, ya que están menos expuestas a las exigencias del ideal de relaciones pareja que cohabitan en un determinado espacio físico. La necesidad generada por la ansiedad de la presencia que se desprende del amor romántico es más tolerable en función de la sincronización de los dispositivos de la tecnología digital. Las limitaciones del espacio de cohabitación se resuelven a través de la conexión permanente en los dispositivos móviles.


El medio que nos circunda es un enjambre de interconexiones que desconcentran y desconciertan la calidad de la comunicación. Las circunstancias de la época nos arrastran por caminos inespecíficos, siempre está presente la probabilidad de desviarnos por un camino diferente al pensado, y distraernos de nosotros mismos es frecuente. Además las condiciones económicas en puerta nos presentan un panorama desalentador que desalienta el compromiso de relaciones sentimentales estables. Las relaciones emocionales, para preservarse, tienden a buscar una forma que facilite el encuentro armónico continuo. El amor, en la actualidad, sufre un continua bombardeo de cuestionamientos entres volcarnos en el aprecio de la otredad, o bien obstinarnos en el amor a nosotros mismos por encima de las necesidades del objeto-sujeto amado. Recordemos que la versión más elevada de amor es privilegiar nuestros sentimientos hacía lo otro, el ser amado.



De cualquier forma el amor sigue retando el equilibrio emocional de las personas. Si bien estamos insertos en un mundo que conduce al narcisismo, donde la frecuencia y las formas de amor se diluyen o evaporan en medio de un océano de sincronías que no siempre están bien sincronizadas, a pesar de estar permanentemente conectados a la red, el ruido y el aislamiento están presentes en el vertiginoso día a día de la emocionalidad. La importancia de una relación amorosa entre dos personas demanda la mayor atención posible y en la actualidad estamos menos dispuestos a centrar nuestra atención en una sola emoción. Así, la disponibilidad para una relación de pareja se hace cada vez más compleja en función de la constante presencia de un abanico de múltiples posibilidades.


Aunque la atracción amorosa surge de manera natural, la calidad de las relaciones entre ambas sufre un desgaste más factible dadas las circunstancias del medio ambiente social que nos rodea. Muchas relaciones de pareja terminan con mayor celeridad de la observada con anterioridad, otras se mantienen entre la delgada línea del pronto desencanto y el compromiso. Parece ser que la era del narcisismo no da pie al compromiso y desecha las relaciones al menor asomo de conflictos e insatisfacciones. El amor entre las personas sigue y seguirá existiendo con la misma frecuencia e intensidad, de eso no cabe duda, de lo que existen serias dudas es de la transformación del modelo de relaciones amorosas de pareja. Cada vez es más frecuente la existencia del amor impar, una suerte de amor que surge pero que no se consolida a falta de un nuevo modelo de relación afectiva y erótica con la suficiente funcionalidad. ¿Estamos llegando al umbral de los tiempos del amor sin pareja o bien, en su lado opuesto, estamos siendo arrastrados a la tendencia de preferir la soltería con erotismo sin amor?

415 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Comments


bottom of page